Proppy, el conejo
Proppy el Conejo, vivía en un bosque encantado, dominado por
una bruja que vivía en medio del lugar, no era un bosque de cuento de hadas;
Proppy de pura casualidad llego al bosque, después de tanto cavar y cavar hasta
poder hacer un pozo al que llamar hogar.
La primera noche que llego, escucho a la bruja gritar —¡AaaaH
jhajhajha! — tan agudo y alto que en los oídos de Proppy no dejaron de
rechinar, y de ahí, supo que tal vez en un pantano había hecho su hogar, al
siguiente día, se escuchó un ruido que el conejo inmediatamente identifico —uhh,
uhh— y de búhos feroces su imaginación se plagó, entonces entendió que en un
bosque hizo su hogar, y de seguro una bruja malvada dominaba el paraje.
Sabiendo que vivía en un bosque, donde había una bruja no
tan buena según sus oídos, y búhos feroces acechando, Proppy siguiendo el
consejo de sus amigos, y de su instinto, de casa decidió que nunca iba a salir,
así que manos a la obra se puso, y con poco de ingenio y planto un par de
zanahorias y una que otra patata para comer y disfrutar.
Así pasaron los días de Proppy, escuchando a la bruja y
escondiéndose con la sabana hasta la cabeza, oyendo a los búhos y corriendo a
ponerse debajo de la cama, cada día Proppy se levantaba con una sonrisa, que se
desvanecía cada poquito con el pasar de los días, pensaba y pensaba, que, si
pudiera salir y ver el sol, su mirada alegraría, pero el miedo de la bruja y
los búhos lo detenían, maldecía y maldecía, por tan mala suerte de haber hecho
su casa ahí. Pero resignado decía —Tiempo al tiempo, otro día ya vendrá—
Y paso el tiempo, y pasaron los
días, Proppy solo escuchaba y temía, escuchaba y temblaba, Proppy seguro, que
esperando el tiempo lo favorecía, un año paso, y Proppy de hogar nunca salió,
así que, tomando una zanahoria escuálida y flaquita, de coraje se armó, e
intento abrir su puerta de un tirón, pero de tanto tiempo que la puso y no la
abrió, la puerta se resistió, dando a Proppy un gran empujón, y dijo —Seguro es
el destino, y tengo toda la razón, aún no es tiempo de que salga yo—, —tiempo
al tiempo— se dijo y de vuelta a la cama regreso
Pasaron los meses, y de nuevo
Proppy se desesperó, de tanto que quería ver el sol, se armo de fuerza y
comento —Hoy es el día, hoy veo el sol, aunque me coma un búho, o una bruja me
transforme en gusano, de aquí salgo hoy— de nuevo tomo una zanahoria para darse
ánimos, y con más fuerza la puerta abrió, de pronto la luz entro, y Proppy vio,
que su imaginación todo altero, la atención llamo y un aleteo se escuchó,
Proppy inmediatamente se cayó al piso y el muerto se hizo, —Señor conejo, que bueno que lo miro, desde
que llego lo he querido saludar, para darle la bienvenida al lugar—
Proppy asomando la vista, a búho
feroz les aseguro que no vio, más bien a un gran amable ave que con energía lo
saludo, temeroso pregunto —¿No me vas a comer?, ¿no eres feroz? Y con esto el
brujo rio y de un grito llamo —¡Anastasia! ¡Ven a ver a este muchacho! —
Y una risa a lo fondo se escuchó —
AaaaH jhajhajha— y de nuevo el conejo al piso se hecho, llego si una bruja,
pero no con grano en nariz, ni capa negra y arrugada, más bien una hermosa
dama, pelo rizado y mirada cálida, —¿Este es el nuevo vecino pregunto?, desde
que supimos de tu llegada con ánimos esperamos invitarte a nuestra merienda
diaria—
Proppy de nuevo, asomo la mirada,
y con vergüenza, pensó, en todo el tiempo que desperdicio, por esperar a que el
tiempo le diera la solución y el cómo actuar, Proppy se levantó, el polvo se
quitó, se presento ante los dos, y ahora solo regresa a su pozo, a dormir,
Proppy por fin, se despierta y sigue feliz.