La Rana Ilse
En un pantano muy coqueto
vivía la rana Ilse, tenía una vida como la de cualquier otra rana, salía cada
mañana a hacer lo que tenía que hacer, ese era en resumen la vida de la
pequeña, pero no era todo lo que vivía ese pequeño ser.
Su mente era un lugar
donde podía explorar miles de posibilidades, donde no solo hacia lo que tenía
que hacer, como ir a trabajar, cumplir con sus deberes, hacer sus tareas y
pendientes, sino; donde podía ir más allá, donde el ir de paseo era cumplir un
sueño, podía conocer nuevos lugares, nuevas personas, todo eso sucedía en sus
pensamientos cuando iba camino al trabajo, se imaginaba en esas aventuras,
sueños y demás con sus compañeros y sus amigos, pero claro, ellos no lo sabían,
solo la pequeña rana era consciente de lo que en su mente pasaba.
A veces ocurría que, si
algo le molestaba, se iba a su mente y enfrentaba esa situación para sentirse
mejor, aunque claro, nadie se daba cuenta de que la pequeña rana había dicho lo
que pensaba, en realidad ella nada más callaba, y solo pensaba; Así era la vida
de la rana Ilse, donde muchas cosas pasaban en su cabeza, pero ninguna en su
vida real.
En la vida que se le iba
a la rana Ilse; un día ocurrió algo que hizo saltar lo que solo ocurría en su
mente, pues donde trabajaba una lagartija llamada Alicia, larguirucha, con un
ojo tuerto y voz chillona como cuando desinflas un globo poco a poco, le dijo
—Tú, ya no sirves aquí,
no haces nada bien
Los ojos de la rana Ilse
empezaron a llenarse de lágrimas a punto de derramarse, intento reflexionar lo
que le iba a contestar y hacerlo en su interior, pero tanto le dolió lo que la
fea lagartija le había dicho que no pudo aguantar más y su mente no pudo
imaginar nada más, no fue la primera vez que le pasaba algo igual a la pequeña
Ilse, ese día únicamente el coraje se pudo tragar porque ni en su mente se pudo
desquitar, pues cada vez que lo intentaba solo quería llorar.
Llegando a su casa,
acomodo sus cosas como hacía siempre, se recostó en su cama y empezó a llorar,
recordando también todas las otras veces que no nada más la lagartija, si no
muchos otros y otras más la habían hecho sentir mal, se puso a llorar y pensar
por qué a veces no les podía contestar en su cabeza, si tenía las palabras en
la punta de la lengua, —una inútil soy— pensó, tomo su celular y a su amiga
Lucy la castor llamo.
Llego tan pronto como
pudo y abrazo a Ilse a forma de consolación, mientras la abrazaba ella dijo
—Está bien que a veces
arregles todo dentro de tu cabeza, no siempre es buen momento para decir todo
lo que pensamos como lo pensamos, pero a veces si es necesario alzar la voz y
defenderte, si ellos tienen voz, tú también
Ilse, lo único que podía
hacer era abrazar más fuerte a su amiga castor, llorar a cantaros y
desahogarse, paso un tiempo para que Ilse recobrara la calma, y a su amiga a
tomar el té invito, pensó lo que su amiga le había dicho hace unos momentos y
respondió
—Me da miedo, no quiero
ser cruel, ni herir a nadie, mucho menos de que dejen de ser mis amigos, o que
ya no me traten bien, pero tienes razón, debo de intentar darme un lugar a
respetar
Pasaron los días, y la
vida de Ilse siguió como de costumbre, nadie la había hecho sentir mal, hasta
que de nuevo Alicia la lagartija solo para molesta y criticar, le dijo
—No sé porque sigues
viniendo, es obvio que este trabajo no es para ti, mejor ve a comer moscas
Nuevamente los ojos de
Ilse con ese comentario se llenaron de lágrimas, pues lo que le decía Alicia
siempre lo hacía con un tono de voz burlón y grosero, pero recordando lo que su
amiga Lucy le dijo, rápidamente limpio sus ojos, y hablo
—No me importa lo que
opines Alicia, hago mejor trabajo que tú, me pagan más que tú, que tengas una
vida fea no es para que te desquites conmigo
Todos en el lugar
voltearon a ver la expresión de Alicia, que se había retorcido tanto del coraje
que no tuvo fuerza para contestar lo que Ilse le había dicho, los demás voltearon
a ver a la pequeña rana sorprendidos pues nunca habían pensado que podía
responder algo así, desde que aprendió que en ocasiones es necesario hablar a
veces con firmeza y otras con franqueza las cosas en la vida de Ilse cambiaron
poco a poco, ya no solo lo que se imaginaba
pasaba en su cabeza, si no que ahora lo intentaba hacer en su realidad,
si quería a alguien lo decía con sinceridad, si le molestaba algo lo decía con
calma y si la molestaban se defendía con destreza.
La vida de Ilse dejo de
ser solo ella y su cabeza, paso a hacer lo que soñaba, como viajar y conocer,
ser sincera con ella y sus amigos, con las personas y situaciones, La pequeña
Ilse creció un poco más.